"Señorita, ¿me concede esta pieza?"
Que velada la de aquella noche en una fiesta, una dama estaba sentada solitariamente, sin que nadie la pusiera de pié y la sacara a bailar; de igual manera yo me encontraba sólo, sin alguien con quien hacer dichosa acción, ya que mis amigos tenían su propia pareja, que suerte la de ellos.
Volteaba a verla a cada rato de manera disimulada (según yo), en mi mente pensaba: "¿la saco a bailar o no?, pero ¿si me rechaza?, ¿y si se burla de mi?... ¡Rayos!, vamos a intentarlo". Me armé de valor y enseguida fui directamente con ella.
Con los pantalones bien puestos, me acerqué y le pedí que si me concedía una pieza, me puse tan nervioso al pensar que me respondería con un "No", pero al contrario aceptó mi propuesta y me dijo: "ya te habías tardado", quede sorprendido y un poco confundido. Me sonrió, se puso de pie y dijo: "me di cuenta que volteabas a verme mucho, los hombres no saben disimular", me atrapó con las manos en la masa y dije "en efecto". Comenzamos a bailar y si bien digo, no fue solo una pieza, fueron demasiadas .
Totalmente los dos eramos grandes desconocidos, jamás la había visto en mi vida hasta ese día. Mientras nuestros cuerpos se dejaban llevar por el ritmo de la música, nosotros conversábamos y reíamos. Era totalmente agradable esa noche, nunca me había sentido así.
Llegó la clausura del festejo y para terminar, pusieron una canción romántica, yo la miraba a los ojos y ¡Dios mío! Me perdía tanto en su mirada, eran dos hermosas estrellas reflejadas, sus ojos se convirtieron en mi mundo. Estaba tan nervioso ya que su mirada se cruzaba con la mía. Entonces puso sus brazos sobre mis hombros y yo... Quedé flechado en aquella noche, no quería perder la dicha de poder besarla, así que procedí a hacerlo. Pensé que me daría una bofetada o algo por el estilo, pero no, me regresó el beso.
Terminó la fiesta, ella se retiro de inmediato, y que ironía la mía, nosotros hablamos y no le pregunté su nombre, ¡que tonto fui!. Salí a buscarla pero ya no la vi.
Ha pasado el tiempo y no he sabido nada de aquella bella doncella. Le he platicado a mis amigos pero tampoco saben quien es, también se han dedicado a investigar; aunque se cansaron y llegaron a decir que ella solo pertenece a mi imaginación, en cortas palabras, que estoy loco.
¡Caray¡, ¿Dónde éstas señorita?, ¿Cómo te llamas?. Todavía recuerdo tu lindo rostro, tu voz y tu sonrisa. Ojalá supieras que aquel perfume aún perdura en el pecho de mi camisa, es ahí donde dejaste tu esencia y cada que me la pongo me persigue a donde quiera que yo voy.
Pero es mas hermoso el recuerdo cuando escucho aquella melodía que me hace rememorar aquel dulce sabor de tus labios y aquella mirada que me enamoró.
Yo sé que te volveré a ver, no me rendiré en la búsqueda, cruzaré todo el mundo si es necesario para llegar hasta ti, suena exagerado, pero desde esa noche mi vida ha cambiado, aunque solamente haya sido la única vez que estuve contigo y me hayas concedido el deseo de bailar y así elevarme hasta el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario